domingo, 25 de diciembre de 2011

Elements Pt.1 (2003) - Stratovarius


Puntuación: 9+

Mejor tema: Elements

Tracklist
01. Eagleheart
02. Soul of a vagabund
03. Find your own voice
04. Fantasia
05. Learning to fly
06. Papillon
07. Stratofortress
08. Elements
09. A drop in the ocean



Elemets Pt. 1 es un disco colmado de power metal y metal sinfónico bastante progresivo.  Hay bellezas que duran casi 10 minutos que tienen innumerables y bellos pasajes de orquesta y punteos de guitarra inmaculadamente ejecutados, y también muestras de virtuosismo impresionantes. Pero lo que hace que este disco se lleve un 9 es la belleza de temas como el homónimo, Papillon, Fantasia o A drop in the ocean: Stratovarius es magnífico cuando se propone calmar las aguas y otorgar momentos de hermosura descontrolada y rock pesado distorsionado. Vayamos a los temas.

  Eagleheart comienza con un pegadizo pasaje de teclado y una melodía intrascendente. Un enérgico estribillo se escucha, y un solo gigante de guitarras y teclados al unísono se puede apreciar. Brillante, highlight indudable.
  Soul of a vagabund no llega al nivel de su antecesor, pero sin embargo no llega a ser tan malo y se disfruta. El tema comienza con una introducción orquestal muy bien arreglada. El estribillo posee unos coros ultra épicos que cantan sobre una melodía no muy buena. El solo es maravilloso y sin dudas es lo mejor del tema. Tolkki nos deja boquiabiertos: esto es sólo una muestra de su gran capacidad como guitarrista.
  Unos coros de sintetizador abren Find your own voice, el segundo highlight del disco. La introducción instrumental es genial: ¡escuchen ese baterista! Las estrofas no son muy buenas, pero el estribillo las supera, el intermedio de guitarra es majestuoso (Tolkki se luce nuevamente) y el teclado improvisa muy bien. Lo mejor viene cuando las cuerdas y los sintetizadores tocan una frenética melodía, que es cuando la canción llega a su pico de virtuosismo.
  Místicos y fantásticos teclados que luego juegan entre sí abren Fantasia, la primera suite del disco. La melodía de las estrofas no es destacable (todavía no llego el momento del pico creativo en ese ámbito), pero el estribillo acompañado de dulces cuerdas y coros es muy trnquilizador. Pero la paz verdadera llega luego con bandeoneones de sintetizador. La tercera parte de la canción es simplemente maravillosa, y tal vez es la mejor. ¡Oigan la rapidez de esa batería! El solo de guitarra se acerca con un sonido magnífico. La repetición del pegadizo y dulce estribillo con una perfecta performance vocal se repite y da final al tema.
 Virtuosa pero aburrida, se presenta Learning to fly, que es un tema con aires speed metal muy poco destacable. Lo que salva a esta canción de ser lowlight y lo único realmente trascendente aquí es su intermedio improvisado con el teclado y la guitarra como siempre: luciéndose.
Luego de esto, comienzan a surgir los temas con mejores melodías del disco.
  Un falsete increíble (realmente me cuesta creer que Kotipelto, una persona de más de treinta años, cante esto) con una maravillosa melodía acompañada de una guitarra acústica abre Papillon. Todo esto estalla en el mejor estribillo del disco: un poderosísimo grito invade nuestros oídos y nos deja los pelos de punta. Lo mejor viene cuando la guitarra toca un punteo simple que se rompe con unos coros y orquestas épicas.
  Stratofortress es la última muestra pura de virtuosismo en Elements Pt. 1. Si se sorprendieron antes, escuchen este tema. Dios, esto no es humano: ¡Todo es perfecto! Batería, bajo, teclado y guitarra conviven a la perfección a una velocidad de 1000000000 negras por segundo. Además de ser ultra veloces, las melodías ejecutadas son buenísimas. ¡No puedo no marcar esto!
    Unos coros inesperados abren Elements, lo mejor del disco. Paz, amor y violencia se reúnen en el tema homónimo. El pasaje de guitarra de la introducción es caudaloso, y toda melodía de voz aquí presente es increíblemente hermosa. Mientras las estrofas nos llenan de luz, el estribillo es sumamente violento y estremecedor (¡Escuchen esos coros!). Muchos intermedios de guitarra se escuchan a lo largo del tema, pero lo mejor de este instrumento es el solo inmaculadamente tocado que se presenta por la mitad del minuto cinco. Escuchen cuán armoniosas son esas guitarras acústicas junto a esas cuerdas. La melodía de la tercera parte (final del minuto siete) es increíble: me pone los pelos de punta. Y para colmo, le sigue una improvisación de teclado y una guitarra con un sonido lloroso. Todo termina con un glorioso diminuendo de todo instrumento ejecutado a lo largo de la suite.
  Un disco no puede terminar tan apasionadamente. A drop in the ocean se encarga de aliviar las sensaciones finales de su antecesor con hermosos arreglos orquestales y pacíficas y dulces melodías. Una genial despedida por parte de este gigante grupo.

  Es usual leer en Youtube o comunidades como Taringa discusiones sobre la estética de lo veloz en la música. Algunos metaleros, por un lado, dicen que el único estilo que guarda calidad interpretativa es el metal, mientras que algunos rockeros, bluseros y poperos (?) dicen que lo que hace esta gente es inexpresivo y anti musical. Yo creo que habría que situarse en un punto medio. Hay muchísimos músicos fuera del metal que tienen igual (y tal vez mayor) calidad de ejecución. Simplemente hay que ver con qué criterio uno mide esas cosas. Muy pocos guitarristas del género de este disco logran solear tan expresivamente como lo hacen los viejos del blues, pero a la vez, muy pocos viejos del blues logran tocar tantas notas en tan poco tiempo. Para mi gusto tocar rápido no está mal, pero esto siempre se debe medir porque a veces agota. No es por nada que Robert Fripp es uno de mis guitarristas favoritos (gran uso de efectos, sonido limpio y rockero, rapidez medida y expresividad rebosante en una sola persona). Sin embargo, es indisbutible que, en términos generales, los guitarristas que mayor técnica tienen están en el metal. Sí: ¿Quién mas puede articular notas tan velozmente y a la vez rasguearlas? Un buen guitarrista no mueve la mano por puro circo. Un buen guitarrista aprieta trastes y no deja ningún espacio pisado por su dedo sin tocar a la vez con su púa (o uña, o dedo, o cualquier cosa).

     

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