Canción favorita: Colibrí
1.Vampiros
2. Colibrí
3. A los rayos del sol
4. Trenes
5. Y nosotros sin el sol
6. Este momento
7. La última estrella
8. Entre sueños
9. Antes del fin
10. Un cielo dice adiós
Últimamente, como sabrán, estuve sin escribir reseñas
musicales. La verdad es que, a pesar de mi ampuloso retorno, mis promesas
fueron vanas. Dije que iba a volver a escribir con regularidad, pero no lo
hice: me hace acordar a cierto presidente de cierto país que dijo ciertas cosas
que tampoco cumplió.
En fin. Lo importante es que me ha costado retomar las
energías para escribir, y además me ha estado faltando tiempo, sin que esto
constituya una excusa. Mi apatía provocó que fuera necesaria una intervención
divina, que golpee a mi puerta y me convenza de volver a escribir una reseña. Y
esa intervención estuvo a cargo de Guilo Villar, músico porteño que hace poco
sacó su primer disco y me propuso que yo lo reseñe. Me tardé un poco, mitad por
la universidad, mitad porque no estoy en forma, y perdí un poco la práctica en
este tipo de escritura. Pero acá estoy, volviendo a lo grande con este hermoso
disco llamado Y nosotros sin el sol.
Antes que nada, aviso que a partir de ahora los discos ya no
van a tener puntaje. A mí también me agarró la revolución de la alegría, y me
di cuenta de que es muy pedante de mi parte puntuar la música que hacen otros.
¿Con qué criterio puedo hacerlo, si no estudié música y no hago música? Yo
analizo la música como oyente, e intento transmitir lo que me provoca, y no
creo que mi analfabetismo musical me impida hacerlo, porque al fin y al cabo,
los músicos hacen música para nosotros, los no músicos. Pero, al margen de
esto, creo que no es necesaria la manía de catalogar todo, y de establecer
quirúrgicamente que un disco de los Zombies vale 0.5 más que un disco de
Nirvana (además de que es bastante ridículo comparar obras tan distintas con el
mismo sistema). Así que, desde ahora, me voy a limitar a escribir sobre discos
que me gustan y que recomiendo. Tampoco voy a escribir sobre discos que no me
gusten, ya que no estaría aportando más que cizaña, y el verdadero objetivo de
este blog es el de contribuir un poquito en la difusión y el intercambio
de la música que considero interesante.
Dicho esto, pasemos a hablar de Y nosotros sin el sol. Desde
el principio quiero dejar en claro que me parece un disco maravilloso, y mucho
más considerando que es el debut solista de Guilo. Según la información del
álbum en Youtube, el disco “tiene como eje a la canción”. Y esto es lo primero
que hay que recalcar. El disco es encarado a partir de las canciones, todas
ellas claramente diferenciadas, con una estrofa y un estribillo, y
perfectamente trabajadas.
Porque es cierto que el eje es la canción, algo que suena
reivindicativo. Pero es a partir de la canción que se trabaja, y se le agregan
capas sonoras que la embellecen y le otorgan identidad propia. Y es importante
hacer énfasis en el verbo “trabajar”, porque es lo que más salta a la vista.
Cada canción, cada línea, cada nota está perfectamente pensada y perfectamente
interpretada. El disco ofrece una gran variedad de estilos, de instrumentación,
de climas, de colores. En cada canción, Guilo eligió lo que la música le pedía.
Como resultado, tenemos una pintura multicolor y muy bella, y aún los momentos
más simples no se nos presentan para nada simples: Guilo elige la exuberancia
frente al despojo, y yo no podría estar más agradecido.
A mi entender, el disco presenta dos tipos de canciones
claramente diferenciados. Tenemos, por un lado, las canciones luminosas y
alegres, que muestran el lado más pop de la obra. Por otra parte, están los
temas más tristes, más densos, que suenan ideales para un día de lluvia.
Incluso parecería que las emociones se van intercalando: una canción alegre,
una canción triste. Lo interesante del disco es que siempre, en algún lugar,
hay un dejo de melancolía en las canciones más alegres, y un dejo de alegría en
las canciones más melancólicas. Cada uno lo encontrará en lugares distintos. A
pesar de estas caras que puedo reconocer, las canciones no suenan similares
entre sí: cada una es un universo en sí misma, y a su vez, cada una se integra
perfectamente con las demás. Estas dualidades (alegría-tristeza,
independencia-integralidad) no hacen más que demostrar la inteligencia del
proyecto.
Pero hablando en estos términos pareciera que estoy haciendo
un análisis matemático. Y la verdad es que el disco es hermoso, más allá de lo
bien trabajado que esté. Hay discos perfectamente pensados y realizados y que,
sin embargo, no mueven un pelo: éste no es el caso. Se trasluce el amor de
Guilo por la música detrás de cada nota, el cariño con el que trata a sus
canciones. Esto nos llega perfectamente, y las canciones terminan moviéndonos
en nuestro interior. A través de las sucesivas escuchas, Y nosotros sin el sol
se nos va haciendo cada vez más cálido, y es algo que no sé si puedo explicar
muy bien, pero escuchándolo, uno se siente como en casa.
El disco comienza con una línea de guitarra que suena como abrir la ventana en un sábado soleado. Se trata de Vampiros, un pop fenomenal y cortito que abre el disco con una melodía saltarina y muchísima energía.
Luego suena la que yo creo que es mi favorita del disco,
Colibrí. Una línea de piano hermosa y melancólica nos introduce a la canción,
que tiene una letra tan hermosa como su melodía, líneas de guitarra muy
otoñales y un final realmente fantástico en el que la canción se eleva en
intensidad para luego volver a hacerse chiquita y cerrar de una manera
perfecta. ¡Y tiene campanitas! Amo las canciones con campanitas.
A los rayos del sol le hace caso a su título y vuelve a
cantarle a la energía, al sol radiante y a la felicidad hecha estribillo,
confirmando el gran arranque del disco.
Disco que continúa con Trenes, pieza que compite con Colibrí
en cuanto a mi preferida personal. Trenes es una canción de ritmo sosegado y
muy emotiva, con un dejo definitivamente nostálgico en el acordeón que le sirve
de columna vertebral. La imagen es muy bella, con la letra e incluso el título
(me imagino el último tren del país partiendo bajo el sol matutino) haciendo
juego. Además, la cantante invitada Alina Gandini no podría hacerlo mejor. La
canción sigue la misma tónica de Colibrí, alcanzando una intensidad majestuosa
para luego apaciguarse y terminar bajitas.
A continuación tenemos la canción que da nombre al disco, Y
nosotros sin el sol. Se podría decir que es una combinación entre las canciones
anteriores, ya que tiene elementos muy luminosos y otras pinceladas más
oscuras, e incluso con unos amagues jazzeros en el medio. La melodía es
repetitiva, pero funciona como mantra y logra adherirse en la mente con
facilidad.
La segunda mitad del disco arranca con Este momento, una
canción muy bella, cortita y folklórica con un acompañamiento instrumental muy
minimalista.
El plato fuerte de esta segunda mitad se encuentra en La
última estrella, una zamba realmente preciosa que cuenta con juegos de voces
fantásticos y un piano infinito.
Entre sueños vuelve a la fórmula de las primeras canciones:
un pop tal vez más corto y enérgico, con un estribillo arrollador. Sin embargo,
noto cierto agridulce en el estribillo. Tal vez es un simple efecto de que esté
situada más al final, pero la cuestión es que la melodía del estribillo tiene
algo que me fascina y no sé bien cómo definirlo. En fin.
Antes del fin se encuentra, justamente, antes del final, y
lo introduce con un piano muy bello que constituye el único instrumental del
disco.
El disco concluye con Un cielo dice adiós, un cierre épico
del disco que, particularmente, no me termina de convencer. No es una canción
mala, y tiene momentos realmente poderosos como los oscuros coros del medio
acompañando a las cuerdas, o el final que parece sacado de un disco de Queen.
Pero en general me da la impresión de que se busca una grandilocuencia algo
exagerada que no se condice con el tono general del disco. En ese sentido,
hubiera preferido alguna otra gema sencilla como Este momento. De todas formas,
más allá de esta apreciación, no es algo que empañe el disco en su conjunto,
está de más aclararlo.
Básicamente, tanto el cielo como el disco dicen adiós, pero esperemos que Guilo no diga adiós. Es refrescante saber que hay gente con tanto talento y con tanta creatividad haciendo cosas como éstas, más aún teniendo en cuenta el esfuerzo que todos sabemos que necesita un músico que circula por fuera del mainstream para poder redondear su arte. Un disco maravilloso, con muchos pasajes de alto vuelo, melodías que se inscriben en el recuerdo y una atmósfera preciosa e ideal para mejorar el ánimo en todo momento. ¡Salud, Guilo!