Puntuación: 9
Mejor canción: Echoes
Tracklist
1. One Of These Days
2. A Pillow Of Winds
3. Fearless
4. San Tropez
5. Seamus
6. Echoes
Aquí es, señores. En Atom Heart Mother, Pink Floyd habían
empezado a enderezar su camino. Si todavía había algunas dudas o algunos
intentos fallidos, en Meddle desaparecen: Pink Floyd encuentra su estilo y, a
partir de este punto, se convertirá en una de las bandas más increíbles de la
historia del rock.
Pero, ¿cuál es ese estilo que aparece en Meddle? Progresivo,
nada más ni nada menos. En Meddle, Pink Floyd se define ya como una banda de
rock progresivo. Obviamente, al ser el primer disco, algunas ideas se irían
puliendo, pero el sonido ya logra la profundidad y la resonancia del Pink Floyd
clásico. La banda se inclina por las canciones largas, y busca generar
atmósferas con cada nota, sin importar el tiempo que se necesite para
desarrollar la idea. Las canciones de Meddle se deslizan con lentitud, con
insistencia y elegancia, de manera tal que uno realmente logra meterse de
lleno en cada una de ellas.
Además, los climas que genera la música son muy diversos.
Este es un aspecto importante: hay momentos muy oscuros, momentos pesados,
momentos etéreos, momentos somnolientos, momentos frescos y jazzeros, hasta
momentos bluseros. Al no ser un disco conceptual (luego de Meddle, Waters se
enamoraría de los álbumes conceptuales, en un romance que dura hasta el día de
hoy), la banda tiene más libertad para cambiar totalmente de rumbo en cada una
de las canciones. El resultado es un disco muy fresco y variado, que crece con
las sucesivas escuchas y nunca cansa. No obstante, también es cierto que, en
los discos posteriores de Floyd, el concepto de cada uno aportaría un sentido
de unidad y trascendencia que no se encuentra aquí en Meddle. En otras
palabras, el impacto general del álbum no es tan certero.
Pero, obviamente, esto no le resta ningún mérito. Meddle es
un discazo, y conserva esa sensación mística y oscura de los primeros discos de la banda, que la fastuosa producción de los discos subsiguientes iría
borrando. Pink Floyd encuentra su verdadero estilo, con una manera de hacer
música muy elegante, muy precisa, muy profesional. Ya no les interesa
experimentar, sino apabullar al oyente, llegarle por todos lados, generar
verdaderos paisajes musicales. Muchos de los momentos más preciosos de la banda
ya están aquí.
Ah, y, por si esto fuera poco, está Echoes. Porque, en
realidad, casi todo lo que dije sobre el álbum se encuentra también en Echoes,
una extensa y maravillosa suite que engloba todas las sensaciones del disco en
23 minutos majestuosos. No es mi intención adelantarme: simplemente es
importante decir que la sola presencia de Echoes le da el 9 al disco, y que es
una de las experiencias musicales más preciosas que puede escuchar un ser
humano.
Pasemos a las canciones. El disco empieza con One Of These
Days, un instrumental sencillamente demoledor. Comienza con un bajo pulsante
muy simple, pero asesino, que parece venir masticando. Algunos ruidos de
sintetizador completan la escena, y cuando se añaden la batería monolítica y
esa perversa guitarra distorsionada, el ambiente ya es decididamente voraz.
Hacia el minuto tres, Wright ensaya un sube y baja de sintetizadores muy
oscuro, hasta que una voz monstruosa exclama “One of these days I’m going to
cut you into little pieces”, y todo estalla en un rock sensacional y muy
pesado, con líneas estupendas de guitarra y sintetizadores.
Al instante comienza una hermosa cascada de guitarras
acústicas, matizadas por unos punteos eléctricos que suenan como alguien
desperezándose. Se trata de A Pillow Of Winds, y el contraste no podría ser más
marcado. Es una balada larga y hermosa, con una de las atmósferas más
maravillosamente perezosas que he experimentado. La primera mitad suena
bastante oscura y misteriosa, pero en el minuto tres la canción se convierte en
algo totalmente luminoso, como hamacándose bajo el sol. El efecto es increíble,
porque uno no se da cuenta en realidad de qué es lo que cambió, pero se sumerge
enteramente en este nuevo clima. Además, la letra de la primera parte habla, justamente,
de las horas de sueño, mientras que la segunda parte habla del amanecer. ¡Y la
melodía sigue siendo la misma! Brillante.
A continuación tenemos Fearless, una canción que me resulta
más prescindible. Tiene una linda melodía, y algunas geniales líneas de
guitarra, pero se extiende demasiado y termina sonando monótona. Además, al
minuto final aparece la hinchada del Liverpool cantando su himno (el legendario
You’ll never walk alone). No sé qué buscaban con este agregado, pero el
resultado es bastante tosco.
Aunque cabe destacar que esta tosquedad hace que el inicio
de San Tropez suene mucho más bello. Es una canción realmente deliciosa, con un
ritmo altamente jazzero y sensual, una melodía muy elegante y preciosos solos
de guitarra y piano. Es Pink Floyd en su lado más pop, y la verdad es que es
excelente.
Seamus no es más que un cortísimo ejercicio de blues, con
unas buenas guitarras slide. Es una canción muy simple, y lo que más resalta de
ella son los aullidos del perro, que era propiedad de Steve Marriott (el
cantante de Small Faces) y se llamaba, justamente, Seamus.
El lado B del disco está íntegramente ocupado por Echoes,
una suite majestuosa que sobresalió enormemente por sobre el resto del álbum.
Comienza con una nota aguda de piano, que suena como una gota cayendo sobre un
plato. Los demás instrumentos se van agregando de a poco, y el resultado es un
crescendo demoledor. Primero, el piano pasa a ejecutar una melodía misteriosa;
luego, aparecen unos subyugantes punteos de Gilmour, y cuando aparece la
batería, todo estalla en mil pedazos. Luego, esos pedazos se vuelven a armar, y
se agregan además los platillos y un estupendo bajo. Una nueva explosión da
paso a la canción en sí, con una melodía arrebatadoramente hermosa que se
mantendrá a lo largo de toda la suite. Es una melodía simple, y el estribillo
es casi lo mismo que las líneas que lo preceden, pero en conjunto logran una
emotividad increíble. Para el estribillo, ya podemos sentir que volamos, y
después de él aparece un riff descendente totalmente sádico, que luego sería
calcado por El fantasma de la ópera. Luego de la segunda repetición de la
melodía, el riff crece vorazmente hasta desembocar en un solo agudísimo y
devastador de Gilmour. A los siete minutos, todo se disuelve, y comienza la
segunda sección: un instrumental de blues muy potente, con un Gilmour tan
maravilloso como siempre y un órgano sencillamente desquiciado. De a poco, esta
sección se va apagando, y comienza la extensa y repudiada sección del medio.
Ésta consiste en sonidos agudísimos de guitarra que imitan el canto de las
ballenas. La atmósfera es ciertamente oscura: uno puede imaginarse de noche,
perdido en el medio del océano. Sin embargo, es evidente que esta sección no
logra emular la majestuosidad de las otras partes de la pieza, y afea un poco
el conjunto. Al igual que en Atom Heart Mother, Pink Floyd no logra un fluir
total de la suite, y tiene que insertar una sección experimental en el medio
que hace que el resultado quede algo emparchado. De todos modos, la banda
aprendería la lección, y cuatro años más tarde, la gloriosa Shine On You Crazy
Diamond estaría dividida en dos partes. Luego de cuatro minutos de estos
ruidos, vuelve a aparecer la misteriosa nota de piano que comenzaba la suite.
La atmósfera se va tornando lúgubre, y nos prepara para los últimos diez
minutos, que son uno de los momentos más magníficos en la historia del rock.
Algunos sintetizadores que nos recuerdan a One Of These Days, una guitarra que
suena desde la lejanía y una batería cada vez más potente anuncian una
verdadera explosión. Esta explosión se produce a los 18 minutos, con un arpegio
maravilloso de guitarra que anticipa el crescendo final y nos devuelve a la
melodía principal. Esta vez, el estribillo suena más hermoso que nunca, el riff
alcanza niveles gloriosos, las líneas de Gilmour nos hacen llorar y la batería
de Mason tiene más potencia que nunca, hasta que en el minuto 21 todo se acalla
y volvemos a la preciosa melodía principal, aunque sin voz. El piano y la
guitarra parecen ser conscientes de lo que acaban de hacer, y se van apagando
de forma sencilla y hermosa. Así de sublime es el final del álbum.
En resumen, un gran disco. Pink Floyd encuentra su sonido, y
a partir del próximo álbum, se transformaría en la banda más resonante de sus
tiempos.
PD: a partir de ahora, no existe el "-" en la nota del álbum. La nota será o bien el número (9) o bien el número con el "+" (9+). Es un cambio estético, solamente. Me parece que el "-" tenía una connotación negativa realmente innecesaria.
PD 2: hice algunas pequeñísimas correcciones en las reseñas de Thick As A Brick y Parachutes, que ya están disponibles en sus nuevas versiones.
PD: a partir de ahora, no existe el "-" en la nota del álbum. La nota será o bien el número (9) o bien el número con el "+" (9+). Es un cambio estético, solamente. Me parece que el "-" tenía una connotación negativa realmente innecesaria.
PD 2: hice algunas pequeñísimas correcciones en las reseñas de Thick As A Brick y Parachutes, que ya están disponibles en sus nuevas versiones.
Qué bueno que regresó Silver sorgo!!! Excelente, profundo, detallado y acertado comentario. Muy buena descripción del estilo del pink de este disco. Me gustaría saber quién fue el técnico de sonido (Alan Parsons?). Entrar a una sala de grabación de 1971, no sería muy diferente que entrar a una caverna de la prehistoria, y sin embargo, el disco está muy bien logrado (más allá de lo "experimental" que a veces como dice silver, se vuelve tedioso, tosco, o algo así). Igualmente, yo siempre rescato que todo lo que en la teoría, o en olvidables experimentos, venían realizando investigadores, compositores (muchos ellos del ámbito culto), o músicos desde los 50 sobre todo, finalmente fue genialmente pulido, terminado, cerrado por Pink. En los años 70 justamente, me enseñaban en la escuela de música, que un tal John Cage había "compuesto" una obra que se llamaba 4 minutos 33 segundos, cuya partitura sólo contenía la expresión "TACET" (quienes leen partituras, saben lo que significa "tacet"). Y cuál era la onda? Todos en silencio durante ese tiempo, y la música eran crujidos, ruidos que vengan de la calle, de la naturaleza. Y la intelectualidad por ahí diciendo: "ah, bueno... la cosa viene por aquí..." acompañando esto con un lienzo totalmente blanco colgado en una pared del MOMA. Y después vienen estos muchachos, y ellos sí que integraron a la música timbres, sirenas, cantos de hinchadas, cajas registradoras. Y las generaciones que vinieron después, poco o nada saben de 4'33'' y similares. En cambio, seríamos capaces de identificar con dos compases las cajas registradoras, o las llamadas de teléfono de posteriores obras de Waters. Eso estaba fructificando, desarrollándose en este disco Meddle. Y está muy precisamente explicado por Silver. Lo disfruté. FELICITACIONES!!
ResponderEliminarGracias!!! Los técnicos de sonido fueron John Leckie y Peter Bown. Alan Parsons se incorporaría dos años más tarde para el legendario Dark Side Of The Moon.
EliminarDiscazo, el más pulido hasta ahora de los Floyd. Ese inicio con One of These Days es brutal, asesino! para luego pasar a la calma y a la belleza que es A pillow of winds, que canción más emotiva, tan linda, cautivadora. Es un gran álbum Meddle, tal vez San Tropez y Seamus no me gusten mucho, Fearless sí me gusta, no tanto como One of These Days o A pillow of winds. Al fin y al cabo el gran valor de este álbum es el sonido que alcanza Pink Floyd, que luego maduraría en Dark Side Of The Moon, Wish You Were Here y Animals. Además está decir, en este album está ECHOES!! la gran gema de Pink Floyd, que debe ser el pico absoluto del art rock en cuando a intensidad, calidad, sonido y belleza. La primera gran cumbre de Pink Floyd... y lo que vendría señores!!
ResponderEliminarGracias por comentar! Sí, lo que se vendría es sensacional, no veo la hora de reseñarlo :D
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